Últimamente no tengo mucho tiempo para escribir. Veis que las entradas que estoy sacando estas semanas son cortitas y con poca chicha. A ver si saco un poco más de tiempo y escribo sobre el circuito del DimmerIR, o la tercera entrada de estadística, u otra sobre transmisiones digitales.

De momento nos conformaremos con algo que no tiene que ver con la electrónica. Trataremos el tema de la subasta americana. Esto viene de una discusión que leí hace ahora diez años en es.ciencia.matematicas. Para los que no lo sepáis, en una subasta americana como en cualquier otra subasta, el artículo se adjudica al mayor postor; pero a diferencia de otras subastas todo el mundo debe pagar su última puja. Es decir que si pujas, pagas. Te lleves o no te lleves nada.

Esta claro que se hace para incentivar a los asistentes a subir la puja, porque a medida que se va superando la puja, los postores tienen la presión de tener que pagar lo último pujado además de irse con las manos vacías. Se podría decir que en este sistema el que puja arriesga, y si no consigue su objetivo pierde todo lo arriesgado.

Pero lo interesante de todo esto es que, si nos paramos a pensar, veremos situaciones exactamente iguales en la vida real. Y no una ni dos, sino muchas situaciones donde hay que arriesgarse para conseguir algo, y perder lo apostado si no se logra.

Venta limitada

Pongamos por ejemplo la venta de una edición limitada de un cómic. Sabemos que la tienda abre a las 9AM. Y van a vender sólo 20. Pero claro, si llegamos allí a las 9 en punto lo más probable es que nos encontremos una cola de más de 20 personas y nos quedemos sin cómic.

Así que decidimos levantarnos temprano para estar allí antes. ¿Cómo de temprano? Pues para saberlo tendríamos que ver qué intenciones tiene el resto de la gente. Pero al igual que en la subasta americana no tenemos esa información.

Si llegamos allí a las 7, dos horas antes de abrir y nos encontramos una cola de 20 habremos madrugado para nada. No recuperaremos lo invertido y tampoco tendremos premio.

Así que elegimos llegar muy pronto, por ejemplo a las 5, cuatro horas antes de que abran. Igualmente podemos encontrarnos con otros 20 que estaban allí antes que nosotros… o no. Porque si llegamos y no hay nadie esperando sentiremos que hemos perdido el tiempo, y que podíamos haber dormido un poco más en vez de llegar tan temprano.

Podíamos pensar que la mejor opción es asegurarse, por ejemplo quedarse allí a hacer noche. Pero al igual que en una subasta habrá que considerar si vale el precio.

Espera indeterminada

Seguro que a todos nos ha pasado. Esperar que pase algo durante horas hasta que decidimos irnos. Y al día siguiente alguien nos cuenta que si hubiéramos esperado sólo unos minutos más lo habríamos visto.

Se trata de otra subasta americana. Porque el tiempo que esperemos ya no lo vamos a recuperar. Y si nos vamos antes de que ocurra habremos perdido el tiempo. Pero mientras más esperemos sin que ocurra nada, más tiempo habremos perdido.

Así que eso te anima a seguir y seguir esperando con la consiguiente frustración si al final no se ve nada.

Salvamento

Esta es una de las situaciones más frustrantes. Cuando arriesgas tu tiempo, tu reputación o tu integridad física para salvar a alguien.

Imaginad que estáis en la playa y veis a alguien que pide ayuda porque la marea lo arrastra mar adentro y no puede salir. Pero tú eres buen nadador y tienes experiencia en rescates, podrías salvarlo.

Te lanzas al agua y nadas hacia él, pero la marea lo arrastra cada vez más adentro. Tú te alejas de la costa y en tu interior eres consciente de que mientras más te alejes más fácil es que tú tampoco puedas salir.

Así que tienes que decidir, si sigues avanzando llegas hasta él y lo rescatas el riesgo habrá merecido la pena. Si decides que estás lejos de la playa y que debes volver, habrás arriesgado tu vida para nada.

Pero si no te rindes a tiempo no podrás salir tu ni por supuesto rescatarlo tampoco. Morirás por nada.

Insistir en una relación

En una relación amorosa entre dos personas también se da este mecanismo.

Cuando las cosas empiezan a ir mal, suele haber alguien de la pareja que intenta salvar la relación. Ya sea poniendo de su parte, haciendo regalitos, teniendo detalles, portándose bien…

Si finalmente no consigue salvar la relación habrá invertido tiempo, autoestima y dinero para nada. Podía habérselo ahorrado desde el principio, pero algo en su interior le dirá que no hizo todo lo posible por su chico o por su esposa.

Estudios

Comienzas la carrera universitaria, de 4 o 5 años. Pero cuando vas por el segundo año ves que no avanzas.

Si lo dejas ahora habrás perdido el tiempo y dinero de dos años. Así que lo mejor será seguir hasta terminarla. Habrás estudiado algo que no te gusta pero al menos tendrás un título.

Pero nada quita que después de otros dos años sigas atascado. Y te replanteas tu decisión. Sí lo hubieras dejado antes habrás perdido los dos primeros años, pero habrías ahorrado estos dos últimos. Y si finalmente decides dejarlo ahora habrás perdido no dos, sino cuatro años en tiempo y en dinero.

Un mal libro

Empezamos a leer un libro pero cuando vamos más menos por la mitad nos damos cuenta de que no nos gusta nada. ¿Qué hacemos? ¿Seguimos leyendo hasta el final o lo dejamos?

Si lo dejamos hemos perdido el tiempo hasta donde íbamos leyendo. Reconoceremos nuestra derrota y nos preguntaremos durante un tiempo si podría habernos llegado a gustar.

Si seguimos puede ser que nos acabe gustando más adelante, y habrá merecido la pena continuar leyendo. Pero también puede ser que se haga insoportable, entonces pensaremos que teníamos que haber dejado de leer mucho antes. Y que podríamos haber aprovechado el tiempo para leer otro libro mejor.

Guerras

Suponed que un estado declara la guerra a otro. Pasan varios años luchando y ambos ejércitos están ya mermados.

Cualquiera de los dos bandos sabe que si se rinde ahora todos los recursos, dinero, vidas que ha arriesgado no habrá servido para nada.

Así que ambos tienen que elegir entre rendirse pagando mucho para no conseguir nada, o seguir arriesgando con la esperanza de ganarlo todo o perderlo todo.

Por eso es frecuente que las guerras duren muchos años y prácticamente hasta que no quedan soldados, o dinero e uno u otro bando.

Estrategia óptima

Todos estos ejemplos siempre tienen algo en común. Y es el pensamiento de “ya que he llegado hasta aquí no lo puedo dejar ahora”:

  • Ya que he esperado tanto no me voy a ir porque ¿y si pasa después? Claro que puede pasar que sigas esperando más y más y no ocurra de todas maneras, así que habrás esperado para nada.
  • Ya que he subido hasta aquí tengo que alcanzar la cima. Claro que lo mismo no llegas a alcanzar la cima nunca y hubiera sido mejor parar antes aunque tuvieras que reconocer que habías hecho todo el esfuerzo en balde.
  • Ya que he invertido tanto por salvar a esta persona, no puedo dejarla tirada. Claro que lo mismo no te conviene seguir arriesgando más, y sea mejor dar por perdido el tema.

En el hilo del que hablaba antes se debatía una estrategia óptima. Algunos tertulianos llegaban a la conclusión de que lo mejor es no jugar, pero si no juegas no ganas.

Los bienes que se subastan por este procedimiento suelen ser extraordinarios y van destinados a quienes les sobra el dinero. De primeras, a nadie se le ocurriría participar porque sabe que tiene muchas más papeletas de perder que de ganar. Sin embargo es lo mismo que pasa con los juegos de azar, y los casinos se llenan, la gente juega a la lotería y apuesta igualmente.

Nadie quiere perder dinero y los asistentes tienen a hacer pujas mucho más modestas que las que harían en una subasta normal. Si no se tiene cuidado al fijar la puja inicial se puede acabar vendiendo un bien a un precio muy inferior a su valor. Sin embargo no es problema para el vendedor porque el resto de postores también pagan su parte. El comprador compra un bien a un bajo precio y el vendedor obtiene el mismo o más dinero. Así no parece tan absurdo ¿verdad?

Otros decían que lo mejor es pujar un precio desorbitado para asegurarte de que nadie puja más que tu y ganas la subasta. Pero si haces eso acabarás pagando mucho por algo que no lo merece.

La situación óptima es saber exactamente cuanto vale el bien que se está subastando y pujar justamente eso. Así si te lo llevas no habrás pagado de más. Y si no te lo llevas ambos (el ganador y tu) habréis perdido dinero. Claro que tú más que él.

No obstante como casi nunca sabemos el precio exacto, ni lo que los demás están dispuestos a pagar. Ante semejante falta de información lo mejor es fijarse una puja máxima para escapar de la espiral que nos haría ir subiendo la puja con tal de llevarnos algo.

Esa es precisamente la estrategia que tomamos en la vida real. Decimos “ya estoy harto de esperar, me voy”, o “yo no pago tanto por aquello” o “ya no puedo más, me rindo” o finalmente “ya no sigo leyendo, paso del libro”. Que por cierto si has leído hasta aquí, gracias.